jueves, 12 de junio de 2014

RAGUSA

De Caltagirone a Ragusa hay unos 60 km que puede llevar como una hora de camino. Nuestro hotel estaba estupendamente situado en Ragusa nueva, en el Corso Vittorio Veneto, el hotel del mismo nombre. Estupendo el hotel, el personal de recepción muy, muy amable y muy competente. Y además conseguimos aparcar en … la misma puerta y hasta las 9 de la mañana no había que pagar, vamos, ...bingo!!!





En Ragusa empezamos la llamada “ruta del barroco siciliano”. Hay que advertir que Ragusa es una ciudad complicada por su estructura la que, al mismo tiempo, le hace ser una ciudad especial: hay dos Ragusas, Ragusa Ibla y Ragusa nueva. Las dos están en alto pero separadas por dos valles, el de san Leonardo y el de san Doménica, y unidas por una carretera con muchas, muchas curvas.


Ragusa Ibla es la ciudad antigua que sufrió el terremoto de 1693 y que posteriormente fue redificada y en la que las casas se encaraman en la colina; y la nueva Ragusa, el asentamiento posterior.

Nada más instalarnos, nos lanzamos a la calle pues estaba empezando a atardecer. Nos acercamos por el Corso Italia, que está lleno de palacios barrocos, hasta un mirador al lado de la iglesia Santa Maria delle Scala desde el que se ve Ragusa Ibla y fue un espectáculo inolvidable.

Desde el mirador se ve toda Ragusa Ibla con el Duomo de san Giorgio arriba y más abajo la iglesia de la Madonna dell’Idria con su cúpula revestida de cerámica de Caltagirone.

Duomo de San Giovanni Battista. 




Y, finalmente, siguiendo las recomendaciones del recepcionista del hotel, cena en el Ristorante Dionissio. Y fue una estupenda elección; el sitio muy agradable, el servicio estupendo. Tomamos tres entrantes, creo recordar, una caponata con tonno, de las mejores del viaje, y una fritura de pescados pequeños que no tenía nada que envidiar a la andaluza. Y luego un plato por persona de rombo, para nosotros rodaballo,  que pesaba 1 kilo y 300 gramos, memorable. Y de poste cannolatta, una versión actualizada de los cannoli pero con un hojaldre finísimo.

Todo esto más una botella de vino Nero D'Avola, en este caso con uva pinot noir, y de postre unos cannoli pero puestos al día con un hojaldre finísimo fueron 35 euros por persona, un exceso, pero mereció la pena.







SEPTIMO DÍA
Y a la mañana siguiente tempranito, vuelta a patear Ragusa nueva. El Duomo de San Giovanni Battista construido entre 1706 y 1778 y se alza sobre la plaza. En uno de los laterales está el Corso Italia en el que se levantan varios palazzos barrocos con sus máscaras grotescas.
Y ya con el equipaje, vuelta al coche para pasear Ragusa Ibla. Hay que dejar el coche en una de las calle que rodean la ciudad, en la del Mercato lo dejamos, porque es difícil aparcar dentro. Y el primer punto a vistar, el duomo de san Giorgio.



Construido entre 1738 y 1775, su cúpula de 43 metros acentúa la sensación de altura con la ayuda de los 54 escalones de la entrada. 




Interior fastuoso totalmente teatral
 
Siguiendo por el Corso 25 de Aprile llegamos a la iglesia de san Giussepe en la plaza Pola, cuya fachada evoca los motivos de la que acabábamos de ver.
Y poco más adelante el Giardino Ibleo con tres pequeñas iglesias: la de san Giorgio Vechio, casi en ruinas, la de san Giacomo y la de Capuccinni.
 



Y vuelta al coche, camino de Modica.

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