PRIMER DÍA
Teníamos reservadas 3 noches, en el Mercure Palermo, y al llegar nos dijeron que había habido un error del hotel en las fechas de la reserva y que esa noche estaba completo. Enseguida nos buscaron una solución que fue trasladarnos por una noche a un hotel con mejor valoración y situación, el Palacio Sitano, al que nos llevó un empleado del hotel en su cochecito y más tarde nuestras maletas. Pensamos que no hubo tal error sino que fue un problema de “overbooking” pues lo mismo les ocurrió a otras parejas que viajaban solas y, casualmente, en el Mercure estaba alojado un gran grupo de americanos. Esta práctica de overbooking tenemos la sensación de que es relativamente frecuente en Sicilia en épocas de alta ocupación pues la misma situación se nos dio en Agrigento, aunque la de Palermo se resolvió mejor por la amabilidad y profesionalidad del personal de recepción.
Una vez resuelto el problema de alojamiento, nos lanzamos a la calle. Merece la pena pasear y perderse por las callejas que son un prodigio de ropas tendidas, cables de la luz, artilugios para subir cosas a los pisos, … Se mezclan coches, motos, bicicletas, motocarros, ... Y siempre se ven palacios, unos mejor conservados que otros pero todos muestran huellas del espectacular pasado de Palermo.
Piazza Pretoria con el palazzo del Aquile (sede del ayuntamiento) en un lateral, la iglesia de Santa Caterina en otro y san Giusseppe dei Teatini cerrando |
Iglesia de san Doménico, a la espalda del mercado de la Vucciria |
La catedral |
Fachada del siglo XV de estilo gótico catalán
En los ábsides se conserva el estilo original con los típicos motivos geométricos en ladrillo y piedra
Después de la cena un paseíto para bajarla hacia el Palazzo Sitano, nuestro hotel por una noche, y por la zona del mercado de la Vucciria, Via Chavettieri y Via dei Cassari , que por la noche es zona de marcha de gente joven tranquila, muchas terrazas de restaurantes, bares de copas, etc
SEGUNDO DÍA
A la mañana siguiente salimos preparados para hacer vida de turista, verlo todo, todo, todo.
Empezamos en el barrio de Kalsa, en la Piazza Marina, una plaza rodeada de palacios góticos y barrocos, entre ellos el Palazzo Chiaramonte Steri (s. XIV), y un magnífico jardín en el centro dedicado a Garibaldi, el unificador italiano, con unos ficus gigantescos.
Pasamos por la puerta del Palacio Abatellis, del siglo XV que combina elementos del gótico tardío español y del cuatroccento italiano, y que es la sede del museo de la Galería Regional de Sicilia, con algunas obras interesantes. Decidimos que, si había tiempo, lo veríamos al día siguiente.
El siguiente objetivo era ver la iglesia de Santa Maria degli Angeli, más conocida como la Gancia, un buen ejemplo del gótico normando. Pero los hados no nos fueron propicios, la persona que tenía que abrir la iglesia se había quedado dormida, era sábado y el viernes por la noche había habido marcha ... solo vimos el patio de entrada.
Con cierta desconfianza hacia la seriedad siciliana, nos encaminamos hacia otra iglesia que teníamos en lista, La Magione, de estilo normando siciliano con una magnífica cabecera.
Tiene un claustro precioso, con bastantes columnas y capiteles reconstruidos, como queda patente en alguna foto. La iglesia, de una nave flanqueada por columnas góticas es muy sencilla y elegante. Además hay una capilla y una sala con unas pinturas contemporáneas de gusto dudoso.
Después de la Magione, nos encaminamos a otro de los lugares estrella de Palermo, la Piazza Bellini, con la Martorana y san Cataldo.
Su interior, con influencias normandas e islámicas, sorprende por la combinación de mosaicos y frescos.
Jorge de Antioquía, almirante de Roger II. |
Al lado de la Martorana, con sus cúpulas rojas, San Cataldo, un ejemplo muy original de arquitectura normanda con un interior sobrio que contrasta con los mosaicos del pavimento.
Después de la pausa café de media mañana, atravesando el barrio de la Alberghería, con el mercato de Ballaró, nos dirigimos hacia la zona norte de Palermo para ver allí la iglesia de san Giovanni degli Eremiti y el Palacio Normando, que con la Capilla Palatina es otra de las estrellas de Palermo. Por el camino nos encontramos con la iglesia de Gesú, imponente iglesia barroca del XVII, que sirvió de escenario para "El Gatopardo".
Ya de lejos, según te vas acercando a san Giovanni degli Eremiti, impresionan sus cúpulas en forma de bulbo que reflejan el estilo islámico. Fue, primero, un oratorio, después una mezquita y, finalmente, convento benedictino. El jardín de acceso con naranjos, rosas y jazmín es un lugar que invita a la tranquilidad. Lo mismo sucede con el claustro, muy bien conservado.
Y muy cerca nos encontramos el Palazzo Normando que fue construido por los árabes pero reformado por Roger II cuando los normandos conquistaron la ciudad con la ayuda de arquitectos y albañiles musulmanes, quien lo transformó en un lugar esplendoroso, alegre y colorista (1132-1140). De este esplendor se conserva la sala Roger, con una magnífica secuencia de mosaicos. Está prohibido hacer fotos en esta sala, esto es un "robado", mea culpa.La parte más espectacular y mejor conservada del Palazzzo es la Capilla Palatina donde Roger II fue coronado rey de Sicilia, Calabria y Puglia.
Ya el claustro del siglo XVI, llamado Cortile Maqueda y construido en el periodo que Sicilia perteneció a corona española, con sus tres pisos anuncia lo que luego veremos.
Los mosaicos de la entrada a la capilla fueron un encargo del rey Fernando III en el siglo XIX.
El Pantocrátor, la imagen que más me impactó, sigue estrictamente los cánones clásicos de arte bizantino y se repite en el ábside central.
Las mucarnas mozárabes (estalactitas de madera) del artesonado.
Un precioso candelabro en mármol para el cirio pascual, adosado al púlpito.
En la nave central se narran escenas del antiguo testamento, con recursos ingeniosos como la del bautismo de Cristo que usa las ondas para dar mayor realismo. Son tremendamente realistas, como si formaran parte de un comic y algunas tan atrevidas como la borrachera de Noé.
Las naves laterales, construidas posteriormente en tiempos de Guillermo I, narran episodios de la vida de san Pedro y san Pablo.
Nos dieron como las dos y media al salir del Palazzo Normanni y hay que advertir que en Sicilia se come pronto, y los restaurantes que llevábamos recomendados ya habían cerrado la cocina por lo que tuvimos que recurrir al primero que encontramos en el corso Vittorio Emanuele. Por la tarde, después de una comida sin pena ni gloria y de un chaparrón fuerte, volvimos a la catedral que, si por fuera es impresionante, su interior nos decepcionó.
La catedral es un imponente edificio de finales del siglo XII que en la fachada conserva elementos del gótico catalán del siglo XV. Fue fue reformada en XVII, època de la que data la cúpula y el interior. En el exterior de la cabecera conserva el estilo original decorativo con motivos geométricos en ladrillo y piedra.
Iglesia y piazza de san Francesco |
Y, finalmente, acabamos saliendo a la Cala.
Esa noche, y para desquitarnos de la comida, buscamos un sitio agradable, Ristorante Il Mirto e la Rosa, en la Via Principe Granatelli, 30, cerca del hotel. El dueño fue muy amable al hacernos la reserva pero… tardamos una eternidad en empezar a cenar porque la comida no llegaba, había cierta desorganización en el personal, … menos mal que cuando llegó, mereció la pena, todo estaba riquísimo. Unos 20-25 € por persona con primeros para compartir, un segundo por persona y una botella de vino.Frescos como lechugas nos lanzamos a la calle y callejeamos en dirección al museo del Palazzo Abatellis. Poca gente por la calle pues era domingo.
El Palazzo Abatellis del siglo XV, que combina elementos del gótico catalán y del Quatroccento italiano, alberga la Galería Regional de Sicilia. No permiten hacer fotos de los fondos del museo, de manera que las que veréis están copiadas de Internet.
Anunciación, de Antonello de Messina, (1477) |
Leonora de Aragón, (s. XV), de Francesco Laurana. |
Al acabar la visita al museo, nos fuimos a recoger el coche al otro extremo de Palermo, en la Stazione Notarbartolo. Después de los trámites y ya motorizados, nos dirigimos en nuestro flamante Picasso C4 de 7 plazas al siguiente punto fuerte del viaje.
MONREALE
En poco más de 20 minutos llegamos desde Palermo. Era domingo y había una fiesta local, la del Santissimo Crocifisso, por lo que había muchísima gente y dejamos el coche en un parking que hay abajo. Hay que decir que Monreale, como muchas ciudades de Sicilia, está en lo alto, siempre donde más cuesta llegar. Unas escaleras te llevan del parking a la plaza del Duomo.
El Duomo estaba ya cerrado, así que había que esperar a la tarde. Reservamos en el restaurante Taverna Il Pavone, muy cerca del Duomo y mientras se hacía la hora de comer, cervecita frente al Duomo.
A pesar de la reserva, al llegar al restaurante a nuestra hora nos tocó esperar para sentarnos, parece que empezaba a ser nuestro sino. Nos sentaron y seguimos esperando, nos pusieron la mesa y más espera, pedimos y más de lo mismo, en total debió de pasar más de una hora hasta que llegó la comida. Y menos mal, estaba bueno todo porque si no era para matar a alguien... Pagamos 19€ por persona por un plato de pasta fresca muy, muy buena y una botella de vino.
Y después, visita al Duomo que es una de las grandes obras de la Sicilia normanda. Fue fundado en 1172 por Guillermo II y cedido a un monasterio benedictino.
El exterior de los ábsides está decorado con policromía en piedra de toba y mármol y es el símbolo del apogeo de la decoración normanda.
La fachada con la Logia del siglo XVII flanqueada por dos torres.
Las puertas en bronce (1185) son obra de Bonano de Pisa, autor de la torre del mismo nombre y reproducen escenas de la Biblia, con los símbolos normandos, el león y el grifo.
Ya en el interior, lo primero que hicimos fue subir a una de las torres desde la que se ve, primero, el claustro y, después, una panorámica espléndida de la Conca D'Oro. Son unos 180 escalones que se suben sin dificultad, salvo por lo estrecho que es el pasillo en algún tramo.
Y de vuelta a las naves del Duomo, los mosaicos, que se terminaron en 1182, de artistas sicilianos, griegos y bizantinos, con un ciclo que incluye escenas del Antiguo y Nuevo Testamento.
El Pantocrátor, realizado entre los siglos XII y XIII
En el ábside izquierdo se encuentra la Capilla barroca llamada del Croccifisso (s. XVII) en mármol. Esa imagen es la que da lugar a la fiesta que se celebra el primer domingo de mayo.
Hay que decir que, después de haber visto la Capilla Palatina, nos impresionó menos Monreale pues es mucho más alta y se ven peor los mosaicos por la distancia. Posiblemente habría sido mejor ver antes Monreale para apreciar toda la grandeza de sus mosaicos: se utilizaron 2200 kg de pan de oro y cubren una superficie de 6.000 metros cuadardos.
Al salir del Duomo, nos dirigimos a la entrada del Claustro y, de nuevo, los horarios sicilianos nos jugaron una mala pasada, el Claustro ya había cerrado pues tiene un horario distinto al Duomo. Conseguimos verlo, y hacer esta foto, desde la entrada a los servicios, original, ¿verdad?
Los fustes de las columnas son variados: unos lisos, otros esculpidas y otros incrustados con azulejos y sostienen elaborados capiteles que enlazan arcos de estilo sarraceno. En estas fotos, copiadas de Internet, se puede ver con detalle:
Y de regreso a Palermo, ahora con coche para aparcar. Como era domingo se podía dejar en la calle hasta las 9 de la mañana del día siguiente, siempre que encontráramos hueco y ... tuvimos suerte, encontramos al ladito del hotel.
Paseíto antes de cenar en un sitio que nos recomendaron en el hotel. Un éxito, un sitio agradable con una decoración en tonos verdes y una camarera muy agradable que chapurreaba castellano, Ristorante Giada, Vía Principe de Belmonte, 60. Tomamos unos antipasto para compartir y un plato por persona, calamares, unos fritos y otros a la plancha (muy buena calidad pero algo duros para nuestro gusto) y una botella de vino, en este caso un merlot de la zona de Palermo. Unos 27 euros por persona.
Muy bueno el reportaje de Sicilia . Muy ilustrativo e informativo para los que tenemos pendiente visitar la isla. Animo en vuestro empeño blogeros viajeros.
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