De Trapani a Agrigento podríamos haber ido por la
costa, vía Marsala que debe merecer la pena verse, y probar su vino, pero por cuestiones de
tiempo optamos por la autovía que va por el interior, una hora y media de viaje
aproximadamente.
En Agrigento habíamos reservado en el hotel Kore,
pero ya dos días antes nos avisaron de que había “overbooking” y a cambio teníamos
la reserva en el hotel Della Valle, mejor situado para ver los templos pero
bastante “viejuno”. Optamos por comer allí mismo por ahorrar tiempo y la comida,
que no pasará a la historia de la gastronomía, fue
carísima, 30 euros por persona, en un marco algo ostentoso. A evitar.
Nada más acabar de comer nos fuimos al Valle de los Templos. Hay una entrada combinada que por 13,50 euros permite entrar al Valle y al Museo.
Akagras, la Agrigento griega, fue fundada en el
580 a.c, por Dédalo según la leyenda, llegó a tener 200.000 habitantes,
rivalizando con Siracusa en todos los ámbitos. Conservó todo su esplendor hasta
el 406 a.C. cuando, como muchas otras ciudades sicilianas, fue sitiada por los
cartagineses que la saquearon e incendiaron. En época romana, s. III a.C.,
volvió a tener cierto auge hasta su decadencia absoluta con la llegada de
bizantinos y cristianos que arrasaron sus templos paganos siendo abandonada
hasta que se convierte en recinto arqueológico.
Se suele decir que Agrigento tiene el conjunto de templos griegos mejor conservados del mundo. Ya el poeta Píndaro la describió como “la más hermosa ciudad de los mortales”. Las dos afirmaciones se pueden considerar exageradas pero lo cierto es que a nosotros nos pareció impresionante.
El recorrido se hace a lo largo de la Vía Sacra a cuyos lados se levantan los distintos templos.
Vista de Agrigento desde la Vía Sacra
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El primero que se encuentra en una colina a la izquierda nada más entrar es el de Juno (Giunone) que data del 450 A.C. y está presidido por un gran altar para sacrificios. Conserva totalmente las columnas en uno de sus lados y parcialmente en los otros. Fue restaurado en época romana tras sufrir un incendio lo que dio color a algunas zonas.
Un poco más adelante, también a la izquierda, está el mayor y mejor conservado de todos los templos, el de la Concordia. Fue levantado entre el 440 y el 430 A.C. en estilo dórico y se piensa que podía estar dedicado a los dioses Castor y Polux.
Tiene 42 metros de largo por 19,5 de ancho y está sustentado por 34 columnas que se levantan sobre un basamento de cuatro gradas y están unidas por arcadas que se construyeron para ser adaptado como basílica cristiana lo que le salvó de ser destruido. Se sabe que estuvo recubierto de estuco blanco sobre el que había elementos policromados.
Curiosamente esta es la segunda escultura de Igor Mitorag que vemos en poco tiempo, en dos sitios muy lejanos. La otra fue también en una isla, en Santa Cruz de Tenerife, delante del teatro Guimerá, Per Adriane.
Y, ya cruzando la Via de los Templos, el de Zeus, o Júpiter Olímpico, que se comenzó en el 480 AC y fue el templo dórico más grande jamás levantado aunque quedó inacabado antes del ataque cartaginés. Se usaron enormes figuras conocidas como atlantes o telamones de las que alguno de los originales se conserva en el Museo. El que se ve aquí es una reproducción.
Recreación del templo de Zeus |
MUSEO ARQUEOLÓGICO
Vista del Templo de la Concordia desde el Museo
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Una vez terminada la visita al museo, paseo muy agradable, ya nocturno, por el casco histórico de Agrigento.
Cena en
OSTERIA EXPANIFICIO Piazza Giuseppe Sinatra, un sitio agradable, 22 euros por persona con un Nero DÁvola de la bodega Morgante.
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