NOVENO DÍA
Dejamos Siracusa con pena, pero Catania nos esperaba con más sorpresas. El trayecto son unos 70 km por autovía, más o menos una hora. Nos costó un poco llegar al hotel, el Palazzo Cerami, un B&B muy bien situado, aunque en una calle de difícil acceso con el coche que lo dejamos en un garaje cercano, unos 12 euros por día, pues no se puede aparcar en las calles de alrededor. La habitación, estupenda y el baño espléndido, pero el sitio tiene algunos peros: un primer piso, alto, sin ascensor, una sala de desayuno pequeña e incómoda y el desayuno, desorganizado a la hora de servirlo y los productos, regular tirando a malos. Los dueños muy amables aunque poco eficientes en la organización.
Una vez instalados, a la calle que ya es hora de pasear Catania. El barrio del B&B, y toda Catania, impone de entrada creo que, sobre todo, por el color de la piedra de los edificios, de lava negra muchos de ellos, por el estado de no-conservación de muchos y por el bullicio que hay a todas horas. Sin embargo, es una ciudad luminosa por la cantidad de horas de sol.
La palabra katania significa colina y es que la ciudad fue fundada por los sículos, colonizadores griegos, en el año 729 a de C. en la colina en la que hoy está el gran convento de los benedictinos y quedan restos de la Acrópolis. En el siglo V a de C. fue repoblada con colonos de Siracusa y posteriormente sufrió diferentes asedios y colonizaciones: cartagineses, romanos, normandos, bizantinos, árabes, aragoneses, españoles, ... que han ido marcando su destino. Pero lo que la ha marcado de forma especial es la cercanía y las sucesivas erupciones del Etna hasta en siete ocasiones. La de 1693 dejó 16.000 muertos bajo los escombros y fue totalmente reconstruida tras el ésta, por ello, la mayoría de sus edificios notables son tardobarrocos.
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Al fondo, el Etna, siempre presente |
En pocos minutos caminando llegamos a la Plaza Stesicoro en la que se encuentran las ruinas del Anfiteatro Romano que se remonta al siglo II d. de C. Está construido en piedra calcárea, basalto y ladrillo lo que le da ese aspecto tan especial.
De la plaza Stesicoro sale Via Etnea que lleva derecho a la plaza del Duomo. Es una calle muy comercial y bulliciosa.
Por el camino, algunos edificios notables:
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Bassilica della Colegiata |
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Palazzo della Universitá |
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Al fondo, Porta Uzeda que cierra la plaza del Duomo
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Y ya en la plaza del Duomo, en el centro, el símbolo de Catania, la Fuente del Elefante, obra de Vaccarinni, una rara mezcla sacro-profana del animal en piedra de lava que sostiene un obelisco egipcio de granito traído de Asuan con jeroglíficos sobre el culto de Isis y está rematado por los símbolos de santa Ágata (la cruz, el lirio, la palma y la tabla). En el dialecto catanés es conocida como Liotru.
El Duomo está dedicado a santa Ágata que alberga sus restos y los de algunos miembros de la familia real aragonesa. Se inició en el siglo XI por Roger II pero el aspecto actual se debe a Vaccarinni que, después del terremoto de 1693, reformó también toda la plaza, añadiendo también la Fuente del Elefante
El interior conserva de la estructura normanda, las tres naves, así como el ábside y el crucero.Y también alberga el panteón del universal músico catanés Vincenzo Bellini, autor de la ópera Norma, entre otras, que ha dado nombre a un plato típico, la pasta alla norma, con berenjena y ricotta.
Vista de la Via Vittorio Emanuele con el Duomo a la derecha y a la izquierda, la chiesa della badia de santa Ágata, obra también de Vaccarinni.
En un lateral de la plaza, la Fontana dell Amenano (1867) con una escalinata que conduce al Mercato del Pesche, la Peschería.
Y, dejando la plaza del Duomo, tomamos la Via Giussepe Garibaldi hasta llegar a la de san Francesco de Assisi.
El arco de san Benedetto une dos iglesias, la Badia Grande y la Badia Piccola, y da acceso desde la plaza a Via Crociferi, una calle
en cuesta muy interesante, tanto por sus edificios (iglesias y palacios barrocos), como por
el ambiente muy agradable al anochecer y por sus terrazitas.
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Iglesia de san Benedetto o Badia Grande |
Nuestro yo artístico disfrutó mucho con el paseo por Via Crociferi pero nuestro yo gastronómico empezaba a reclamar atención, así es que volvemos a la zona de la Pescheria donde teníamos una reserva para cenar.
El dueño del B&B nos recomendó y reservó por nosotros una mesa en la Osteria Antica Marina, que también traíamos recomendado de Madrid. Está en la zona de la Peschería y la que se ve a la izquierda de la foto fue nuestra mesa para la cena. La verdad es que estuvo genial, tomamos unos antipasto que fueron un montón de platillos: aceitunas, tomates secos, distintos pescados en escabeche, en carpaccio, pulpo, gambas, a cual más bueno. Después, un pescado a la brasa, creo que dorada también muy bueno. Y un postre, creo que un sorbete. Todo, con una botella de vino, fueron 30 euros por persona.
Y por la noche, movida en la calle de al lado, a un nivel más bajo, del B&B.
10º DÍA
A la vuelta de Taormina, volvimos al centro de Catania para ver lo que nos habíamos dejado el día anterior.
Después de ver el interior del Duomo, nos acercamos por la Vía Garibaldi hasta la preciosa Piazza Mazzini con sus cuatro esquinas.
Después, subiendo hasta Via Vittorio Emanuele llegamos al Teatro Romano y al Odeón pero estaba
cerrado. Solo pudimos ver a través de las verjas.
El Teatro
Romano estaba construido sobre la ladera de la
Acropolis y tenía capacidad para 7.000 espectadores. Actualmente está casi
rodeado por edificios de viviendas.
El Odeón servía para los ensayos de los coros y cabían en él unos
1.300 espectadores.
Desde allí, y subiendo por la Vía del teatro Greco, llegamos
al lugar de la fundación de Catania que ahora ocupa el Monasterio de los Benedictinos de san Nicolo l'Arena.
Fue construido en 1550 por monjes venidos desde los
alrededores del Etna. Resultó afectado por el terremoto de 1693 y reformado por
Vaccarini. Por su tamaño, es el segundo de Europa y actualmente es la sede de
la Facultad de Letras y Filosofía.
Delante de san Nicolo l'Arena se abre una enorme plaza semielíptica en honor a Dante.
Paseo por la Via Antonino Sangiuliano con elegantes palacios como el tardobarroco Palazzo Manganelli.
O el teatro Sangiorgi, construido en 1900 e inaugurado con la representación de La boheme de Puccini, aunque después se ha utilizado para espectáculos teatrales, cabaret y cinematográficos.
Lleva el nombre del compositor Vincenzo Bellini, natural de la ciudad y fue inaugurado en mayo 1890 con el estreno de Norma, su obra maestra. Y en 1951, con motivo del 150 aniversario del nacimiento de Bellini, la obra fue fue cantada por María Callas.
Y la última cena en Catania, muy cerca, en el Ristorante Mc Turiddu. Un sitio muy curioso por varios detalles: el nombre, es el acrónimo de Me cumpari turiddu que, en dialecto catanés, significa quien importa es el comensal; la decoración es agradable con toques rurales, carteles de cine y objetos de comercio antiguos; la comida es slow food; éramos los únicos turistas, los demás clientes eran cataneses, entre ellos familias con niños pequeños a pesar de las altas horas de la noche.
La cena estuvo muy bien, nos pusieron varios tipos de panes, unos embutidos para compartir, un plato por cabeza, un postre y vino. Y pagamos 26 euros por persona.